Desde que nos dedicamos a esto, nos encontramos cada vez que nos presentamos a nuevos proyectos con un montón de ideas sobre la coordinación de intimidad que están muy alejadas de lo que realmente es nuestro día a día en los sets. Vamos a ayudar a desmontar algunas de estas ideas…

• “La coordinación de intimidad vigila que no se den abusos”

Es cierto que, una de las funciones de la coordinación de intimidad es proteger el consentimiento de los artistas y proporcionar los canales de comunicación adecuados para que las jerarquías de poder, tan complejas en nuestra industria, no afecten a la toma de decisiones en las escenas íntimas. Ahora, ¿es esta la única o principal función de los coordinadores de intimidad? En absoluto. No somos policías en un set de rodaje como algunos piensan. De hecho, una parte muy creativa en nuestro trabajo, a menudo desconocida, en todo lo relativo a la coreografía y visión narrativa de las escenas íntimas, y esta es, probablemente, de las partes más apasionantes e importantes de nuestro trabajo.

• “La coordinación de intimidad protege a las mujeres”

Erróneamente, se piensa muy amenudo que las únicas que se encuentran en una situación vulnerable durante el rodaje de estas escenas son las actrices. Nada más alejado de la realidad. Es cierto que venimos de una tradición en el audiovisual en donde de manera habitual se ha cosificado los cuerpos femeninos, pero durante el rodaje de escenas íntimas, todos los intérpretes, independientemente de su género pueden sentir una importante vulnerabilidad. Desde la coordinación de intimidad no hacemos ninguna diferencia con respecto al género de los intérpretes al aproximarnos a estas secuencias. Un ejemplo de esto es que, muy a menudo, en escenas de violencia sexual suelen ser los actores que interpretan al agresor, los que más atención necesitan debido al gran impacto que tiene para el cuerpo efectuar acciones de violencia sexual contra otrxs compañerxs.

• “La coordinación de intimidad es puritana”

Podríamos desarrollar esta idea de manera infinita, ya que es uno de los comentarios más habituales hacia nuestro trabajo. ¿Pero no resulta algo contradictorio acusar de puritanismo a un oficio que se dedica exclusivamente a la representación de la sexualidad y la intimidad? La realidad es que, las personas que nos dedicamos a esto, somos apasionadas de las escenas intimas y creemos en la intimidad como una oportunidad narrativa inmensa. Nos pasamos el día practicando posturas de sexo simulado para nuestras ficciones, viendo escenas íntimas de películas o porno ético, aprendiendo sobre diversidad sexual… Así que no, confundir consentimiento con puritanismo, es una equivocación enorme. Si la coordinación de intimidad corresponde a algún tipo de movimiento, más bien sería a una corriente sex positive.

• “Coreografiar el sexo resta espontaneidad, queda mecánico y rompe la magia”

Sabemos, porque lo vemos cada día en nuestro trabajo, que la coreografía íntima ofrece un potencial expresivo inmenso que puede enriquecer muchísimo nuestras historias y convertir una acotación de guión en infinitas posibilidades narrativas.Cuando hablamos de coreografía, hablamos de una ruta a seguir, de una guía que enmarca en la ficción el encuentro de los cuerpos,  proporcionando unos límites que, bien entendidos, ofrecen mucha más libertad creativa que el vacío. La vulnerabilidad que existe en los encuentros íntimos tiene el potencial de sacar a la luz aquellos rasgos de los personajes quizá más escondidos, descubrir dinámicas de poder no exploradas, contar lo no dicho con detalles, caricias, ritmos… Y la coordinación de intimidad propone todas estas preguntas a las escenas, otorgando el tiempo y el espacio para que los cuerpos de los actores puedan encontrar una manera de aproximarse a ellas superando esa ansiedad, incomodidad, nerviosismo, miedo… que de manera habitual despertaban estas escenas y dificultaban su ejecución.